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Foto del escritorLali Zurzolo

Mi bebé no duerme




Esta semana una familia acudió al consultorio por recomendación de la pediatra, ya que no están logrando que su bebe duerma. Llevan 8 meses sin dormir bien.

Los pediatras suelen hacer un diagnóstico previo a la derivación, para corroborar que no haya una patología o un trastorno de sueño puntual. Y una vez descartado un problema en lo fisiológico comenzamos a trabajar en equipo.

Resulta ser una consulta habitual, más común de lo que se imaginan, y todas tienen una misma raíz, no estamos familiarizados con la fisiología del sueño infantil.

Para introducirlos en el mundo de la higiene del sueño, tengo que contarles que éste es un proceso evolutivo, y no podemos enseñar a dormir. Más allá de que lo intentemos, los bebés nacen con 2 fases del sueño; la vigilia (cuando están despiertos) y el sueño activo (cuando están dormidos) estas fases cíclicas a veces son muy breves, a veces pueden ser un poco más largas, dependiendo su edad. Y a medida que van creciendo hasta llegar a la madurez total de las fases de sueño (6 años aproximadamente) van atravesando cambios y sumando fases del sueño (los adultos tenemos 5 fases), hasta llegar a tener menos despertares nocturnos como nosotros.

Podemos decir entonces, que la cantidad de fases y ciclos de sueño dependen de la edad y la necesidad del niño. Un bebé recién nacido, no tiene tanto desgaste físico como un bebé de 7 meses o un niño de 4 años. Al no tener desarrollado el lenguaje hablado, su sistema neurológico necesita del sueño para procesar lo aprendido en el día.

En cuanto a los ciclos de despertares, a diferencia con los adultos, los niños no pueden conciliar por sí solos el sueño, deben madurarlo y necesitan apoyo.

A veces los adultos en los ciclos de los despertares nocturnos tampoco logran conciliar el sueño muy fácilmente, pero llevamos años de herramientas para lograrlo, ellos recién llevan algunos meses de vida, o primeros años donde realmente nos necesitan.

Como les contaba, el sueño no solo es utilizado por el cuerpo para reponer su descanso, si no para procesar experiencias y aprendizajes, muchas veces los asusta el despertar, lo que soñaban, el lugar donde se despierta, el cambio de luz, y nos buscan.

Muchas familias me cuentan que solo a la teta su bebé se dormía, las tomas son cortas y que pronto se quedan dormidos,y suponían que no era hambre sino “mimos”.

Y déjenme decirles que si puede ser “mimos”, unos “mimos” muy necesarios para la psique del niño, un momento de seguridad y apego muy importante para él.

Frente a lo desconocido, el abrazo de mamá, la teta llenando sus pancitas obviamente van a conciliar más rápido el sueño, pero no es la única manera.

Con cada familia vamos elaborando estrategias para ir acompañando esta etapa, no hay recetas mágicas o planes perfectos, vamos creciendo juntos.

Considero que cualquier herramienta para que el niño se sienta en un espacio de seguridad va a ayudar al desarrollo sano de este proceso de maduración y como siempre les digo, este momento no es para siempre, es solo una etapa para acompañar y sostener.


Les recomiendo el libro “Dormir sin lágrimas” de la especialista de la higiene del sueño Lic. Rosa Jové y los libros del Doctor Carlos Gonzalez.

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