El primer año de vida de nuestros hijos es nuestro primer año también de nuevas experiencias y de atravesar un puerperio. Mayormente estamos aprendiendo con ellos de cada nuevo desafío de crecimiento que transitan. Y ellos como nosotros somos regulados por nuestro cuerpo para atravesar cada etapa. Son procesos evolutivos y fisiológicos naturales. Uno de los más comunes es el tema del sueño.
Suele pasar, cuando compartimos en nuestro entorno la experiencia, de que no estamos durmiendo bien surgen muchas opiniones. Y la más habitual que escucho en el consultorio es la sugierencia de “dejarlos llorar”, “no le va a pasar nada” “se acostumbran y se duermen”.
Y por eso quería traerles hoy la importancia de no dejar llorar a los bebés, ni por cuestiones de sueño o cuestiones de enseñanza.
Siempre les planteo a las familias, que todos lloramos, y que no hay anda más sano y empático, que cuando lloramos alguien se acerque y nos abrace, porqué en el bebé sería diferente?
No olvidemos que el bebé no puede manifestarnos desde el lenguaje que es lo que le pasa, y por eso necesitan que se valore y se le de lugar a su llanto.
Los bebés lloran por muchos motivos, hambre, molestia, dolor, miedo, angustia, necesidad de apego, entre tantos otros, a veces no sabemos con exactitud que les pasa, pero dejarlos llorar solos no es la mejor opción para su organismo, ya que parte del desarrollo de su potencial emocional es la validación de sus sentimientos.
Con respecto al sueño, sabemos que es un proceso evolutivo, como lo es también el control de esfínteres. Aunque generemos una higiene del sueño ideal, esto no nos asegura que el bebé duerma toda la noche.Y los adultos tampoco dormimos toda la noche, nosotros tenemos al menos nueve despertares nocturnos, que aunque no lo notemos suceden. Al ser adultos ya maduramos las fases del sueño y sabemos conciliar el sueño solos, el bebé por unos cuantos años está aprendiendo a hacerlo y debemos acompañarlo.
El sueño tiene multiples funciones, es reparador, colabora con el cremiento, su desarrollo y aprendizaje, con la memoria, con el desarrollo inmunológico, el organismo lo utiliza como regulador de sustancias neurotóxicas y les ayuda a procesar las experiencias del día.
Y quiero contarles que los despertares también tienen una función. Son parte de la supervivencia, ellos deben despertar por hambre, deben manifestar si algo duele o molesta, deben verificar que haya un cuidador cerca, y además se ha demostrado que mantienen activo a su cerebro y tienen como objetivo protegerlos de la muerte súbita. No deja e ser un mamífero que tiene que aprender a sobrevivir en un nuevo medio.
Si el bebé despierta y nadie acude a su llanto se estresa. La ciencia nos dice hoy, que el estres es un neurotoxico para un cerebro en desarrollo. Cuando el bebé está estresado libera catecolaminas, hormanas como el cortisol, que dañan su cerebro y deprimen sus sistema y trae grandes problemas para ellos.
Hoy en día hay muchos libros y cursos de “entrenamientodel sueño”, y lamento decirles que desde la OMS y Unicef están haciendo intentos para que las familias comprendan que el sueño del niño sano (sin patologías que puedan alterar su descando) es un proceso fisiológico que hay que acompañar y que con la madurez se va a regular.
Entiendo como acompañante de estos procesos, que no es fácil, que la falta de descanso nos desespera, y a veces buscamos soluciones. Nuestro cuerpo con el tiempo también se adapta, tenemos un sistema endócrino que nos ayuda a regularnos también. No dejen de consultar con su pediatra y con puericultoras especialistas en crianza y sueño infantil que seguramente pueden ayudar a pasar estos tiempos de la mejor manera.
Lectura de interés: “Dormir sin lagrimas” de la Lic. Rosa Jové
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